Por Leonardo Curzio.
El Universal.
El Universal.
El jueves pasado un fantasma se paseó por la Cámara de Diputados. El fantasma, tantas veces invocado en el discurso político de todas las fuerzas, lejos de generar serenidad entre quienes se asumen como sus predicadores, aterrorizó con su presencia a por los menos dos grupos parlamentarios que, al ver que se les obligaba a proclamar su fe, perdieron en un caso el estilo y en el otro el habla. Ese fantasma no es otro que el de la coherencia. Coherencia tantas veces pedida a otros, tantas veces usada como arma arrojadiza para zaherir al enemigo político y que cuando toca el turno de honrarlo se encuentran 12 mil evasivas y pretextos. LEER.
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