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Sociópolis : el barrio-granja de Valencia.

Los primeros esbozos de Sociópolis comenzaron a trazarse en el despacho del hoy conseller de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, cuatro años y medio atrás, cuando éste era el conseller de Bienestar Social. "Trabajaba con colectivos con dificultades para acceder a una vivienda: inmigrantes, familias monoparentales, personas discapacitadas, ancianos, menores de 35 años... Y comencé a plantearme si se podía construir una microciudad en la que todos tuvieran cabida", explica. La idea de crear un barrio residencial adaptado a las nuevas realidades sociales (la familia tradicional formada por ambos padres y uno o más hijos supone ya en muchas regiones españolas menos del 50% del total) viajó de la mano de Rafael Blasco, tras exponerse en la Bienal de Valencia y ser reconocido en el Architecktur Zentrum de Viena, hasta la Conselleria de Territorio y Vivienda, departamento que hoy dirige y desde el que ha acabado de alumbrar Sociópolis.

Urbanísticamente hablando, Valencia, como otras ciudades del litoral, es un núcleo encorsetado con escasas posibilidades de crecer. Por un lado, el mar, frontera natural. Por otro, una huerta en peligro de extinción cuya invasión sería considerada casi un atentado ecológico. El proyecto lidió con estas trabas escogiendo para su ubicación un barrio a las afueras —La Torre—, antiguamente un oasis de lechugas y tomates pero hoy un huerto prácticamente asfixiado que los de Sociópolis se han propuesto resucitar. La huerta convertida en jardín urbano. Para ello se han rehabilitado siete kilómetros de las acequias que solían empapar la tierra de la zona gracias al cauce del vecino Turia y que estaban en desuso. Regarán las 300 parcelas, de entre 25 y 100 m2, que los habitantes de Sociópolis podrán solicitar gratuitamente para destinar al cultivo de verduras y hortalizas. De ahí la duda entre poner la primera piedra o el primer naranjo.

Con estas condiciones tan particulares como premisa, se convocó a arquitectos de fama internacional para que dieran cuerpo a las infraestructuras. Es así como ha llegado hasta Valencia un edificio diseñado por el influyente e innovador Toyo Ito. Un bloque que alojará apartamentos para mayores e incorporará la milenaria sabiduría japonesa gracias a elementos como los manmaku, una especie de cortinillas ideadas para crear espacios de privacidad en los jardines. Luego está el espectacular Huerta Tower, creado por la firma holandesa MVRDV, un bloque de 20 plantas de las que emergen grandes balcones en los que se plantarán árboles frutales.

En total, 18 planos exponentes de la arquitectura más vanguardista. Dos de ellos, el de Vicente Guallart —quien además es el director de todo el proyecto— y el de José Luis Mateos, han sido seleccionados por el MoMa de Nueva York para la exposición On site, que reúne a los 35 edificios más representativos de la arquitectura española contemporánea.

Los 18 edificios en cuestión darán cabida a 2.809 viviendas de protección oficial (659 de alquiler) en las que tendrán prioridad jóvenes (el 68,3% de los españoles menores de 35 años aún no ha podido emanciparse), ancianos (en España hay 7.276.620 mayores de 65 años y el 22% vive solo), inmigrantes (son ya 3,5 millones, el 8% de la población) y personas con algún tipo de discapacidad (se calcula que un 8% de los españoles tiene algún problema de movilidad). Saldrán al mercado a un precio de unos 117.000 euros y los alquileres podrían oscilar entre 90 y 200 euros mensuales. "Espero que en dos años y medio haya gente viviendo y que en tres todo esté finalizado", pronostica Blasco.

La microciudad, contará con estación de metro, estará a tres o cuatro paradas del centro de Valencia, y a 20 minutos en coche hasta la puerta del Ayuntamiento. Aunque en Sociópolis —900 metros de largo por 400 de ancho— los vehículos a motor, la verdad, no están muy bien vistos. Tendrán limitada su circulación al perímetro de la microciudad y sólo porque es inevitable facilitarles un camino hasta sus plazas de aparcamiento. El resto, estará reservado a peatones, ciclistas y deportistas.

El edificio diseñado por Guallart, director del proyecto, por ejemplo. Es una torre circular que alberga 286 viviendas de alquiler en 26 plantas. Lo más llamativo son los macropisos compartidos. Es decir, minipisos con habitación, baño y cocina independientes, pero cuyos salones, lavanderías, tendederos u ordenadores son compartidos por un máximo de ocho personas.
El complejo Guallart es, además, clave porque albergará la plaza pública y el centro de nuevas tecnologías, el cerebro de Sociópolis. La microciudad pretende crear una comunidad digital entre todos los vecinos.
La obsesión porque la soledad no tenga cabida es una constante. Probablemente, para quienes la van a poner en pie, uno de los mayores fracasos sería enterarse de que uno de sus inquilinos ha aparecido muerto en su casa después de que los vecinos llevaran días sin verlo (más de 100 ancianos mueren cada año en España en estas circunstancias).

Una pista de atletismo serpentea por todo el recinto, que cuenta también con un estadio municipal cuyas gradas y vestuarios constituyen la planta baja de otro de los edificios más aclamados, el de Willy Muller. En Sociópolis se podrá practicar hípica, voleibol, tenis, gimnasia... Habrá, por supuesto, un carril para bicicletas, piscina municipal, pistas polideportivas, bolera o zonas de juegos infantiles. El gran parque central —170.000 metros cuadrados— será adornado con 160 especies diferentes de arbolado...

Residencia de ancianos, centro de día de mayores, supermercado, lavandería, cafetería, centro de información agrícola, planta de reciclaje, depuradora de agua, mercado al aire libre y granja para animales se encuentran en la larga lista de infraestructuras pendientes de levantar.

Utópica. Pero, sin duda, un prototipo de lo que vendrá.

Sociópolis.net

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