
Previamente, se había convocado a un concurso en el que participaron arquitectos de fama internacional, como Tadao Ando, Frank Gehry, Peter Eisenmann, Santiago Calatrava, Gunter Behnisch y Richard Meier, resultando ganador éste último (curiosamente, ningún arquitecto italiano se encuentra entre los invitados; además, sólo el español Calatrava profesa la fé católica, por lo que Meier se convierte en el primer arquitecto judío en haber diseñado un templo católico en Roma).
La propuesta de Meier para este concurso destacó por su forma distintiva y elegante, el uso de los materiales en relación a las tecnologías de construcción, la presencia de la luz como un elemento que determina el carcácter de la obra y la fuerte connotación del edificio como un lugar para el hombre, "no sólo como lugar cristiano, sino para toda la comunidad mundial". No obstante, el proyecto de Meier incluye claras referencias a la fé cristiana y católica en particular.
El complejo se diferencia formalmente de los edificios de su entorno, convirtiéndose en un hito blanco cuya extensa plaza se prepara para recibir a su feligresía.
Con esta obra, no sólo se logró incorporar un monumento más al rico patrimonio eclesial de la ciudad de Roma, si no que se revitalizó el anodido barrio de Tor Tre Teste, con más de 35,000 visitantes al año.
LEER TEXTO COMPLETO
tomado del: moleskinearquitectonico.blogspot.com de Carlos Zeballos.



La propuesta de Meier para este concurso destacó por su forma distintiva y elegante, el uso de los materiales en relación a las tecnologías de construcción, la presencia de la luz como un elemento que determina el carcácter de la obra y la fuerte connotación del edificio como un lugar para el hombre, "no sólo como lugar cristiano, sino para toda la comunidad mundial". No obstante, el proyecto de Meier incluye claras referencias a la fé cristiana y católica en particular.
El complejo se diferencia formalmente de los edificios de su entorno, convirtiéndose en un hito blanco cuya extensa plaza se prepara para recibir a su feligresía.
Con esta obra, no sólo se logró incorporar un monumento más al rico patrimonio eclesial de la ciudad de Roma, si no que se revitalizó el anodido barrio de Tor Tre Teste, con más de 35,000 visitantes al año.
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