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Ser ciclista en Guadalajara, una aventura de alto riesgo.

Si bien el uso de la bicicleta se ha convertido en una importante alternativa para disminuir la contaminación y la saturación de vehículos automotores en los más importantes centros históricos del mundo, en nuestro país estamos aún lejos de comprender los grandes beneficios del ciclismo como medio de transporte, y de la necesidad de promover una nueva cultura vial y ecológica.
Guadalajara, con importantes problemas en el tránsito, transporte público y contaminación ambiental, carece aún de la más elemental educación vial y ecológica que permita al ciclista ser reconocido y protegido, cuando menos en las principales arterias de la ciudad, tomando como ejemplo Australia, Canadá o Alemania, países en los que el uso del biciclo es una actividad rutinaria para miles de ciudadanos de los más diversos estratos sociales y económicos.
Una muestra de las acciones que un gobierno puede emprender para disminuir el problema típico citadino de la contaminación, es lo que la ciudad portuguesa de Aveiro ha iniciado a través de la implementación de un sistema de bicicletas de uso colectivo. Allá el ayuntamiento ha puesto a disposición de moradores y turistas un primer lote de doscientas bicicletas de un modelo especial con un sistema antirrobo, y que podrán ser utilizadas como un medio de transporte cómodo y gratuito.
Guadalajara, asentada en un gran valle, es contrariamente a la costumbre de sus habitantes, una urbe ideal para el ciclismo por sus pendientes suaves y trazado reticular de calles y avenidas. Sin embargo, quien se aventure a montar una bicicleta en esta metrópoli habrá de convertirse en un objeto casi invisible para la mayoría de los conductores.
Hoy, solo en recuerdo quedó la moda de la bicicleta de los años cuarentas, desplazada
de las avenidas Alcalde y Vallarta, para dar paso a la prodigiosa velocidad de los automóviles, a pesar de la enorme utilidad que proporcionó el biciclo a panaderos, lecheros y camoteros durante los años cincuentas y sesentas y cuya evocación sigue provocando una especie de nostalgia citadina.
Por otra parte, en una comunidad urbana en la que no se incentiva el uso de la bicicleta a través de reglamentos de protección vial, o de una señalización que invoque respeto y comprensión al ciclista, sumado a la ausencia total de promoción del uso recreativo, deportivo y ecológico de la bicicleta, resulta imposible encontrar a una ciudadanía consciente de los beneficios que todos tendríamos al multiplicarse su uso como medio de transporte individual, además de las siguientes ventajas más notables: la bicicleta es un medio de transporte eficiente que puede trasladar a una persona a una velocidad de entre 10 y 20 km/h, con una carga adicional de hasta 20 kilos. Es un artefacto mecánicamente sencillo, altamente económico en su adquisición y mantenimiento por tratarse de un producto nacional de excelente calidad para niveles de uso no deportivo. Es un vehículo de transporte urbano e interurbano que no produce contaminación atmosférica, auditiva o visual. El uso cotidiano de la bicicleta mejora en el individuo sus condiciones físicas generales y cardiovasculares en particular. Es un artículo que requiere poco espacio para resguardarse o transportarse, y la utilización masiva de la bicicleta abatiría el déficit de transporte colectivo que impera en Guadalajara.
Debemos agregar que nuestra ciudad es también climáticamente atractiva para el ciclismo, cálida y sin nieve ni frío extremo de la mayoría de los países europeos, por lo que resulta absurdo tener que reconocer también algunos inconvenientes: se percibe en Guadalajara una incultura general sobre el uso de la bicicleta como medio de transporte, traducida en incomprensión de los conductores a los problemas para maniobrar que enfrenta el ciclista (visión, frenado y aceleración muy limitados, inferioridad de masa y factibilidad de pérdida del equilibrio por efecto de la estela o rémora que produce un vehículo al rebasar).
Indiferencia de la autoridad vial para promover y proteger el uso de la bicicleta, reflejado en los atropellamientos de ciclistas que se registran continuamente en la ZMG.
Total ausencia de señalética y carriles para la protección del ciclista. Inexistencia de un estudio serio que establezca la correlación entre leyes y reglamentos de vialidad, educación, deporte y ecología que lleve a acciones concretas para el desarrollo de una nueva cultura.
Debemos agregar la necesidad de la corresponsabilidad implícita en el hecho de montar una bicicleta, es decir, la importancia que tiene al convertirse en ciclista urbano, el respeto a las señales de tránsito, así como exagerar las precauciones. Condiciones que al mejorarse, contribuirán a la creación de un medio ambiente mejor para todos en Guadalajara.
Y aunque esté lejano el día en que lo veamos, seguramente este artefacto, que no ha sufrido cambios notables en más de cien años, algún día abandonará el rincón de la casa en un reconocimiento a su eficiencia, utilidad y belleza, para reafirmarse como la máquina más eficiente del siglo XXI.

Maestro Carlos M. Orozco Santillán.
Profesor de cultura y desarrollo tecnológico y director del Instituto de Estudios de Centros Históricos, de la UdeG.
Publicado en la Gaceta Universitaria, 2002.

Comentarios

  1. hola! me encantó tu blog, creo que tenemos mucho en comun. saludos y espero poco a poco leer todo lo que tienes.

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  2. Hola, me llamo Sergio Pérez.
    Vámos haciéndolo masivo, esto sólo lo vemos unos cuantos, pero hay que promover la bicicleta, por que es mejor medio de transporte de lo que incluso ustedes reconocen, ya que se obtienen velocidades de 10 a 40 km/h, logrando promedios de hasta 29km/h, mejor que los de muchos automovilistas, que rondan los 25 km/h; Y lo digo como ciclista urbano, conductor y usuario del transporte público. Además, no es tan invisible ni tan ignorado por los automovilistas, siempre y cuando se circule por la derecha en calles y avenidas, con la práctica se pueden conseguir arranques muy rápidos, y sin desequilibrio, bastaría verme junto a un automóvil para que vean que nos movemos al mismo promedio de velocidad en avenidas como Federalismo y Calzada Independencia, por supuesto, superando al transporte público. Yo les presumo, pero para invitarlos a que no sea yo el único que se mueve entre los carros con la misma eficiancia, pero en vez de hidrocarburos, usando carbohidratos.

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