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Ciudad para todos.

Publicado en el periódico Público/Milenio el 18 de marzo del 2008.
Por Roberto Arias de La Mora, Academico del Colegio de Jalisco.

En junio próximo se cumplirán 30 años de que el autor de Shifting involvements. Private interest and public action comenzó a escribir su ensayo en París, “donde una oleada de artículos y aun de libros marcó el décimo aniversario de las manifestaciones, disturbios estudiantiles, huelgas y otras acciones públicas donde participaron grandes masas de ciudadanos de Europa Occidental, América del Norte y del Sur, y Japón en 1968” (Albert O. Hirschman, 1986). Tales son los acontecimientos que motivaron a este economista a tomarse en serio la decepción en la experiencia humana para explicar los cambios observados en la conducta de los ciudadanos que parece oscilar entre sus intereses privados y la acción pública y viceversa. El argumento básico del autor es que “los actos de consumo, al igual que los actos de participación en los asuntos públicos, que se realizan porque se espera obtener así una satisfacción, también generan decepción e insatisfacción”.

Desde esta óptica, la acción pública puede ser explicada como “resultado de un cambio cognoscitivo radical, semejante a una revelación. Gran número de personas crecen con el sentimiento de que el orden social y político existente no está sujeto a ningún cambio, o que en todo caso ellas carecen de poder para la generación de tal cambio. La repentina advertencia (o ilusión) de que puedo actuar para mejorar la sociedad, y de que además puedo unirme para este fin con otras personas que piensan lo mismo resulta agradable en tales condiciones, en efecto intoxicante. Para saborear ese placer, la sociedad no tiene que cambiar de inmediato: basta actuar en diversas formas como si fuese posible la promoción del cambio. Evidentemente, si no se logra el cambio, se producirá la decepción. Pero esa reacción pertenece a una fase posterior de la historia”.

Estas reflexiones vienen a cuento porque quiero suponer que algo muy parecido deberán estar experimentando, ahora mismo, un puñado de ciudadanos que optó por asumir una vida pública activa luego de la decepción motivada por la decisión de poner en marcha el ya conocido “viaducto de López Mateos” de cada fin de semana. Los ciudadanos que integran este movimiento se han planteado un objetivo desafiante por donde se le vea: construir una Ciudad para Todos, y todo parece indicar que están verdaderamente resueltos a explorar todas las alternativas que su imaginación les vaya abriendo para alcanzarlo.

El movimiento ha dado muestras de su capacidad de convocatoria con los Festivales por la Movilidad que promovió recientemente. Lo que me parece realmente interesante son las tareas de planeación en las que están inmersos y que darán como resultado la agenda 2008. Se vislumbra así, un paquete con los más diversos y ambiciosos proyectos ciudadanos en nuestra metrópoli: desde la continuidad de los festivales por la Movilidad, pasando por la promoción de iniciativas de contraloría social, hasta proyectos de integración ciudadana y la búsqueda de financiamiento internacional para sus iniciativas.

Vaya nuestro reconocimiento y adhesión solidaria a favor de estos activos ciudadanos que decidieron descansar en esta Semana Santa.

Nota original.

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