Cuando se retiraron las aguas que inundaron la costa de India, el año pasado, más de la mitad de los cuerpos hallados eran de dalits, o intocables. Las recientes sequías en Kenia han diezmado los rebaños de los que los pastores dependen para sobrevivir. En la Noruega ártica, los renos del pueblo sami mueren de hambre porque las lluvias menos frías destruyen los pastizales.
En todo el mundo se siente la realidad del peligroso cambio climático, pero éste golpea con mayor fuerza a las personas menos equipadas para hacerle frente: las minorías étnicas o religiosas y los pueblos indígenas. Desde América Latina hasta Europa y Asia, las minorías han quedado atrapadas en catástrofes producidas por el hombre, y en mucho casos el socorro les llega al último, según un informe que será divulgado este martes por la organización no gubernamental internacional Grupo por los Derechos de las Minorías.
Los gases de efecto invernadero que emiten las naciones industrializadas cambian profundamente las pautas climáticas globales, con desastrosas consecuencias para los países más pobres. Ya se lleva a cabo un esfuerzo importante en la ONU para encontrar una vía para que las naciones más ricas y contaminantes sufraguen la “protección climática” del mundo en desarrollo, pero crece la preocupación de que los grupos que viven en los márgenes de esas sociedades no serán protegidos.
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