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La emergencia de los nuevos hambrientos.


Los cereales, las verduras y las frutas cultivados por todo el mundo dan testimonio del ingenio de los agricultores para obtener de los ecosistemas alimentos nutritivos. La diversidad biológica es el fundamento de su éxito. Pero esa misma diversidad biológica se está perdiendo a un ritmo sin precedentes. En los pasados 50 años, los seres humanos han alterado los ecosistemas, con más rapidez y con mayor amplitud que en cualquier otro período de la historia de la humanidad. Por cierto, una mayor superficie de la tierra ha sido transformada en terrenos de cultivo durante el medio siglo pasado, más que durante la totalidad de los dos siglos anteriores.
Estas transformaciones han tenido un impacto en los ecosistemas y en los servicios de los que depende la vida sobre el planeta. El 60% de los servicios de los ecosistemas ha sufrido un deterioro como consecuencia de actividades humanas. El triste resultado es que el reto más serio para la raza humana es el de alimentar a una población en aumento, que cada vez en mayor número emigra a las ciudades y se enfrenta a los impactos combinados del cambio climático y de la pérdida sin precedentes de la diversidad biológica.
Los episodios muy recientes de condiciones meteorológicas extremas sumados al cambio climático han contribuido a lo que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, ha denominado “la nueva fisonomía del hambre en el mundo” debido a la emergencia de los “nuevos hambrientos”. Los precios de los alimentos de primera necesidad—trigo, maíz, arroz—están por las nubes, y las reservas mundiales de alimentos son más escasas que nunca. El rendimiento de las tierras de secano pudiera disminuir en África sub sahariana en un 50 por ciento al año 2020, como consecuencia del cambio climático.
Según afirma el Programa Mundial de Alimentos (PMA) este es el motivo de que “la escasez de alimentos sea la crisis más grave que se cierne amenazadora en el mundo”. Por primera vez en su historial, el PMA lanzó un llamamiento extraordinario de emergencia debido a una crisis generada por el mercado. Para el año 2050, el mundo tendrá que alimentar a una población de 9 mil millones de habitantes, un 50 por ciento más que hoy en día. Las dos terceras partes de la humanidad vivirá en las ciudades y no en zonas rurales y, según indicó el Sr. Jacques Diouf, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 150 ciudades serán pronto testigos de un crecimiento de su población que iguale e incluso supere a la de Nueva York. Aunque las ciudades ocupan solamente el 2,8 por ciento de la superficie de la Tierra, sus moradores utilizan el 75 por ciento de los recursos naturales del planeta.
Para afrontar esos desafíos sin precedentes se requieren esfuerzos superiores y concertados en todos los niveles de la sociedad con miras a aplicar efectivamente los tres objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Se apela a la comunidad internacional a duplicar sus esfuerzos para lograr que en el año 2010, Año Internacional de la Diversidad Biológica, la meta de reducir sustancialmente el ritmo de pérdida de la diversidad biológica y adoptar un régimen internacional de acceso a los recursos genéticos y participación equitativa en los beneficios provenientes de su utilización.
La celebración del Día Internacional de la Diversidad Biológica coincide este año por primera vez con la reunión bienal de la Conferencia de las Partes en el Convenio. Esta importante coincidencia de la familia de la diversidad biológica en Bonn, con ocasión de la Cumbre sobre la diversidad biológica de Bonn, ofrece una oportunidad inigualable de intensificar, mediante acciones concertadas, nuestros compromisos colectivos e individuales, como ciudadanos del mundo, de proteger la vida sobre la Tierra en beneficio de las generaciones actuales y futuras. No defraudemos a las generaciones venideras. No frustremos nuestras mutuas aspiraciones.

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