A inicios de los 90s, Melbourne distaba mucho de ser un oasis para la vida peatonal. En aquella época, Jan Gehl fue invitado a estudiar la ciudad y hacer recomendaciones para mejorar las calles y el espacio público. Diez años después Melbourne es un lugar radicalmente diferente, gracias a ampliaciones a las banquetas, incorporación masivas de árboles, el desarrollo de una cultura del café, y a restricciones al uso del automóvil en algunas calles. El espacio público y el arte urbano se multiplicaron, detonando una explosión en los negocios.
Vía: Ciudad posible
Vía: Streetfilms
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