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Depositamos la culpa en los ciudadanos mientras seguimos ganando dinero



Según Andrew Simmns de News Economics Foundation, al planeta le quedan sólo 100 meses si queremos tener una probabilidad muy razonable de evitar un cambio climático fuera de control.
El anterior jefe científico del gobierno británico, Sir David King ha declarado que asumiendo un acuerdo global completo para mantener los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera por debajo de las 450 partes por millón hay un 50% de probabilidad de que las temperaturas excedan los 2 ºC y un 20% de que excedan 3,5 ºC.
“Mi percepción es que si llegamos al aumento de los 4 grados es muy posible que comencemos a ver un incremento sin control,” ha afirmado King.
Estableciendo unos valores aproximados, la atmósfera ha venido conteniendo 275 ppm (partes por millón) de dióxido de carbono.
En la actualidad el planeta tiene 387 ppm y esta cifra aumenta cerca de 2 partes por millón cada año.
Es el valor más alto en la historia registrada de nuestro planeta.
“Si la humanidad quiere preservar un planeta similar a aquel en el que se desarrolló la civilización y en el que la vida en la Tierra está adaptada, la evidencia paleoclimática y el cambio climático en curso sugiere que el CO2 necesita ser reducido desde sus actuales 385 ppm a como mucho 350 ppm”. (James Hansen de la NASA, primer científico que informó sobre el cambio climático hace ya más de dos décadas).
Y esto tal vez sin tener en cuenta el NF3 (producido en la fabricación de pantallas planas tv), un gas de efecto invernadero más potente que el CO2 (como lo son el metano, los CFC, el SF6, etc.).
Recientemente Michael Prather y su equipo alertaban en una actualización de los cálculos realizados para el IPCC, de que el NF3 (gas no incluido en el protocolo de Kyoto) estaba aumentando su presencia en la atmósfera y podía convertirse en una causa de alteración radiativa significativa.
Con el ritmo actual de deforestación, todas las selvas tropicales en el globo habrán sido extinguidas en 2090. Y un modelo sostiene que a La Amazonia le quedan 50 años y que más del 50% de la Selva de Papua Nueva Guinea (la tercera más grande del mundo) puede quedar consumida en el 2021.
El desierto del Sahara avanza a una velocidad de 45 km. anuales. En Nigeria el desierto invade cientos de kilómetros cuadrados anuales.
En España la sequía extrema amenaza al 37% del territorio nacional y el Gobierno tarda cinco años en aprobar el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (y este sin dotación presupuestaria), iniciativa que desde 2003 estaba en manos del ejecutivo, cuando la sequía hacía peligrar al 31% de la superficie nacional. En la actualidad, como decía, el riesgo se encuentra en el 37%.
La acidificación de los océanos está fuera de toda discusión. Estos absorben el incremento de CO2 afectando a su pH. La NASA aporta el dato de que en el norte del océano Pacífico las concentraciones de fitoplancton productoras de oxígeno son un 30% más bajas hoy que en la década de los 80.
La masa vegetal del planeta era al menos dos veces la que es en la actualidad, por consiguiente las fuentes de producción de oxígeno a nivel global han sido reducidas en un 50%. Y los grandes filtradores oceánicos bajan su rendimiento a marchas forzadas.
El calentamiento global ha abierto la ruta marítima que bordea el Polo Norte. Los expertos hablan de un Ártico completamente libre de hielo en verano entre 2030 y 2050. Para Carlos Duarte, presidente de la Sociedad Americana de Oceanografía y director de las campañas del CSIC en el Ártico, los pasos podrían convertirse en 'mar azul' en verano en sólo una década. Duarte asegura que el cambio climático ha llevado al Ártico a 'una espiral negativa irreversible'. 'Se ha perdido la capa histórica de hielo, de miles de años de antigüedad, que no se va a recuperar', asegura Duarte. Esa capa tenía varios metros de grosor, y en su lugar hay ahora una fina capa de apenas unos centímetros.
En el Polo Norte, la pérdida de hielo el verano pasado fué record; su superficie quedó reducida a 4,2 millones de kilómetros cuadrados. Este verano 2008 parece estar causando menos estragos, a pesar de que el pasado 10 de agosto, el hielo ocupaba 6,5 millones de kilómetros cuadrados, y había perdido millones de kilómetros sólo en lo que va de mes, según el NSDIC (Centro Nacional para la Nieve y el Hielo de Boulder).
Pero frente a estos datos en el Polo Norte, que son trágicos para casi cualquier ciudadano del planeta, nuestros comerciantes globales y sus gobiernos adoptan una actitud muy positiva; el pasado mes de mayo, representantes de los gobiernos de EE.UU. y Canadá se reunían en una cumbre con Dinamarca, Noruega y Rusia para tratar un eventual reparto que se antoja muy provechoso. El deshielo va a facilitar el acceso a enormes yacimientos vírgenes de gas y petróleo, así como rutas comerciales por el Ártico que reportarán sustanciosos beneficios.
Estos datos conectados con los grandes núcleos urbanos tienen consecuencias en la salud humana que están sufriendo millones de ciudadanos en todo el mundo, debido al 50% de reducción del oxígeno disponible que están experimentando las grandes ciudades en los países desarrollados y en vías de desarrollo.
Hace poco las Naciones Unidas reconocía al cambio climático como un asunto de trascendencia con respecto a los derechos humanos. Esto muestra la relevancia que este tema ha alcanzado en las esferas internacionales, pero no por que lo digan los altos Comisionados y Ejecutivos de NN.UU. con sus elevados sueldos, grandes coches chupadores de gasolina, abundantes vuelos emisores de CO2, (un vuelo regular de ida y vuelta a Santiago de Chile desde España emite más de 6 toneladas de CO2 por pasajero, por utilizar un ejemplo) o tratamientos de cuerpo diplomático con carísimas estancias (todo ello pagado con dinero público) y un detallado etc., sino porque lo dicen los 25 millones de refugiados climáticos que se calculan ya existen, hoy. No olvidemos que en el presente – no dentro de dos o tres décadas- son una realidad regiones enteras sufriendo devastadoras inundaciones, sequías, hambre, plagas, enfermedades y desplazamientos obligados debido a acontecimientos climáticos.
Y el nivel de decisiones que están tomando frente a los desastres ambientales estas instituciones es sencillamente ridículo. Desde luego no corresponde a toda la parafernalia de grandes declaraciones, importantísimos encuentros al más alto nivel, y un sin fin de escaparatismos que sin duda no salen gratis ni económica, ni ecológicamente hablando.
En la problemática del clima la industria política y mediática dirigen la atención hacia las personas, generando en la ciudadanía sensación de culpa y responsabilidad en contraposición a la irresponsabilidad de los agentes energéticos, industriales y políticos. Por volumen, negligencia y negocio, auténticos líderes en el maltrato atmosférico.
Surgen iniciativas, afortunadamente rechazadas por el momento, como la de un grupo de parlamentarios del Reino Unido los cuales han propuesto un carné por puntos mediante el que serían sancionados los ciudadanos que sobrepasaran un límite establecido de emisiones.
Y efectivamente como señala Raquel Montón, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, 'no es cuestión de cargar sobre las espaldas de los ciudadanos toda la responsabilidad en las emisiones que se generan en la producción y consumo de bienes o en la de energía. Es más, que yo pueda ir andando al trabajo o en un transporte público no contaminante y así reduzca la huella de carbono no depende sólo de mí, sino de administraciones y empresas que deben poner los medios para que lo pueda hacer','detrás de cada gramo de emisión por habitante hay una eléctrica, una cementera, un fabricante de piensos, una papelera o una empresa ganadera. Si éstos redujeran su huella de carbono, permitirían que la del ciudadano fueran menor'.
Se continúan entregando selvas vírgenes a las empresas, privatizando áreas protegidas y zonas ecológicamente frágiles, aumentando beneficios a la industria y los contaminadores. La industria publicitaria prosigue alimentando diariamente los modelos de consumo y desequilibrio vital tanto en los países devoradores de energía como en aquellos que aspiran a aumentar sus tasas de CO2. ¿Son los ciudadanos quienes deciden estos modelos de persuasión?. Obviamente no. ¿Se le permite a algún político salir en televisión hablando de impuestos a los grandes beneficios de las compañías energéticas?. No.
Las giras de Madonna producen 440 toneladas de CO2 en cuatro meses y las de Red Hot Chilli Peppers 220 toneladas durante medio año, principalmente derivadas de las emisiones de sus desplazamientos en aviones privados. Sin embargo existen canales específicos de TV. dedicados a música cuya finalidad fundamental es trasladarles a los jóvenes ese modelo de ocio. Contamine lo que contamine: genera dinero y quieren ese dinero a cualquier coste.
El consumo de energía para el hogar, el que producimos todos los seres humanos para conseguir algo más de confort (no por lucro) tras siglos de desarrollo es responsable únicamente del 27% de las emisiones de CO2. Este 27% que quieren convertir en motor del desastre no es el 73% restante, proveniente de una dinámica energética de quema de combustibles fósiles que tecnológicamente hace décadas que está desfasada y que podía haber sido sustituida desde hace ya mucho tiempo.
Ese 27% es metabolizado por nuestro ecosistema viviente sin ningún tipo de daño o coste comparado al que estamos viviendo.
En este asunto el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) ha logrado que la rotura de la molécula de agua necesite menos energía que la que el hidrógeno proporcionará después. Según han publicado en Science, Daniel Nocera y Matthew Kanan han alcanzado un sistema que facilita el proceso. Se trata de añadir unos catalizadores (básicamente, fosfatos, una sustancia abundante en la Tierra, y cobalto) al agua antes de aplicarle unos electrodos para romperla (es lo que se conoce como electrólisis). Así, la reacción química resulta energéticamente favorable: se gasta menos en conseguir el hidrógeno que lo que se obtiene luego al quemarlo. Además, para que todo sea más limpio, usaron energía solar para la electrólisis. De esta manera, todo el ciclo se convierte en un proceso más limpio y menos contaminante.
¿Son los ciudadanos quienes están decidiendo el retraso que se está produciendo por interés económico de los propietarios enfermos del petróleo sobre la implantación de una fuente de energía mucho más limpia como es el Hidrógeno?. Desde luego que no.
Sorpresiva y cínicamente, en materia de Hidrógeno todo va a descubrirse ahora en tres años. Cuando muchos daños medioambientales son anunciados por los principales expertos como irreversibles.
El peligroso escenario que se está dibujando no tiene a los ciudadanos como principales responsables, sino a grandes propietarios transnacionales y a un subgrupo político que ampara y desacelera las reacciones públicas que están surgiendo en todo el mundo.
Es importante que el ciudadano democrático (el cual tiene reducida su participación política a una asistencia a las urnas de 16 ocasiones como promedio en su vida. 16 ocasiones en toda su vida.) no permita que le desfiguren las cosas en esta materia. Aquí hay un porcentaje mínimo de la población, una élite que no es élite, la cual más que nunca está mostrando el tipo de subproducto del que están fabricados.
Y tal es ese subproducto del que están fabricados que dicho escenario que se avecina pausadamente es interpretado como una extraordinaria oportunidad de negocio en un sector como el agrícola, que humanamente debería suscitar ciertas sensibilidades. Con un futuro clima adverso y una alimentación mundial dañada (a un nivel muy superior al actual) se preparan el terreno:
Ya decodificado el genoma del arroz por parte de la Compañía Syngenta, la inmensa mayoría de las patentes del mismo serán posesión de solo algunas transnacionales. Monsanto ha conseguido posicionarse como la compañía internacional que tiene en propiedad el mayor monopolio de semillas en la historia de la agricultura. Es a su vez dueña del 80% de los agrotransgénicos existentes así como la mayor firma global de muchas variedades de semillas, controlando con Syngenta y Dupont-Pioneer el 47% del mercado internacional de semillas comerciales.
Toman posiciones mientras propician una crisis climática que esperan les reporten grandes ganancias.
Este dejar pasar los años en un aparente clima de normalidad y “no pasa nada” orquestado por organismos internacionales tanto públicos como privados sin duda será interrumpido según las previsiones.
Una importante interrupción pudimos experimentarla en Europa en el verano del 2003, en el que:
Francia: fallecieron 14.802 personas entre el 1 y el 15 de agosto. Hospitales desbordados. Dimisión del director general de la salud, Lucien Abenhaïm. El presidente de la República, Jacques Chirac, realizó declaraciones sobre la situación tras el final de la crisis, cuando regresó de vacaciones. Negó la responsabilidad del ejecutivo en la tragedia y culpabilizó a los ciudadanos por falta de solidaridad. El mundo médico contestó de forma general rechazando su simplificación y su falta de responsabilidad.
España: El Centro Nacional de Epidemiología cifró en 6.500 el número de fallecimientos atribuibles al calor.
Portugal: Se calcula que la ola de calor provocó la muerte de 1.316 personas entre los últimos días de julio y el 12 de agosto.
Italia: El número de muertos, anunciado por el instituto de la estatisticas de Italia el 27 de junio de 2005, fue de más de 20.000 entre junio y septiembre 2003.
Los efectos de la sequía que acompañaron a esta ola de calor afectaron a 100 millones de europeos.
Tras todo ello, las autoridades recomendaron el uso de aire acondicionado y las ventas de estos aparatos se dispararon en toda Europa (junto con las emisiones de CO2 que provocan).
En próximas “interrupciones climáticas”, Corporaciones y políticos vendrán, como si no tuvieran nada que ver con la problemática, a ejercer de bomberos en un incendio en el que ellos son los principales incendiarios. Anunciarán medidas a destiempo y, como Chirac, responsabilizaran a la ciudadanía mientras ellos ganan todo el dinero que puedan ganar, contaminando con ello todo lo que tengan que contaminar.
Es altamente recomendable que los ciudadanos respondan cuanto antes.

Juan Luís Rodríguez es Psicólogo, especialista en Psicología Clínica y de la Salud. Ex–asesor en los Gabinetes de las Consejerías de Asuntos Sociales y Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía. Colaborador de Attac Sevilla y escritor en medios digitales independientes.

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