Ir al contenido principal

¿Revolución?

“La Revolución, un mito”
Macario Schettino
El Universal (20 nov 2008)


La Revolución Mexicana no es un hecho histórico, es una construcción cultural. Es una interpretación interesada de los eventos ocurridos a la salida de Porfirio Díaz, creada por los ganadores de la serie de guerras civiles que le siguieron, para dotarse de una legitimidad que de otra manera simplemente nunca hubieran tenido.

La construcción del mito de la Revolución debe mucho a Lázaro Cárdenas, sin duda, como también debe a los muralistas, pero ha sido sobre todo un producto del sistema educativo nacional, el mismo que nos mantiene lejos de los países desarrollados y en el fondo de las evaluaciones internacionales. Poco aprendemos en la escuela, y de ese poco, la mayoría resulta ser un conjunto de mitos que tenían como objetivo sostener a un régimen autoritario con la menor violencia posible.

El régimen ha desaparecido, pero no las creencias y el mito. Si acaso, se han desvanecido algunas cosas, como el año de inicio de la Revolución, que 55% de las personas encuestadas por EL UNIVERSAL no puede ubicar, aunque casi todos saben que se festeja el 20 de noviembre. Algo es algo. LEER



Los alegatos contra la Revolución Mexicana
Víctor Orozco
La Jornada de Morelos (15 Nov 2008)


En uno de los muchos disparates perpetrados cuando era presidente de la República, Vicente Fox dijo que el XX había sido un siglo perdido para México. Alguno de los intelectuales que pretenden revisar la historia de México para adecuarla a los proyectos de la derecha, seguramente le sopló al entonces primer mandatario, que a veces repetía bien y a veces mal.

¿Por qué un siglo perdido?. ¿La crítica al sistema hegemonizado por el PRI debe llevarse hasta negar los gigantescos esfuerzos alfabetizadores, la expansión de la educación superior, de los sistemas de salud, del rescate del petróleo, de la obra cultural de artistas y escritores, de los aportes científicos, de los brillantes momentos de la diplomacia, de la resistencia de las comunidades, de las organizaciones y los movimientos populares, del eminente trabajo de arqueólogos, arquitectos, maestros, historiadores, periodistas, médicos, juristas…?.

En la explicación de los procesos históricos a veces el problema principal es discernir si el resultante se produjo por o a pesar de alguno de los factores en juego. Para la elucidación del México de la pasada centuria, habría que pensar si las colosales construcciones colectivas y realizaciones individuales, se generaron por o a pesar de la antidemocracia que vivimos, es decir, por o no obstante el PRI. Mantengo la idea de que un sistema con instituciones públicas regidas por la ley, liberado de la arbitrariedad de los gobernantes, con libertades constitucionales, seguramente habría impulsado el desarrollo del país y elevado los niveles de bienestar general. Y además, que estas propuestas democráticas formaron y forman parte de los proyectos de justicia social, es decir, que no se apartan de las demandas igualitarias y contra los privilegios que vienen desde nuestros orígenes nacionales.

El discurso del grueso de las críticas a los regímenes emanados del partido oficial, no fue que estaban marchando muy lejos en las reivindicaciones de la revolución, sino que las habían frenado y luego traicionado. LEER


Rumbo al centenario
Macario Schettino
El Universal (19 nov 2007)

Celebramos mañana 97 años del le-vantamiento de Francisco I. Madero. Es la fecha oficial para recordar eso que llamamos Revolución Mexicana, algo que ocurrió a partir del 20 de noviembre de 1910. En nuestra mitología oficial, se trató de un movimiento del pueblo en contra de sus explotadores, extranjeros muchos de ellos, y de su testaferro y abominable dictador, Porfirio Díaz. Obreros y campesinos, unidos, dirigidos por prohombres como Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón y Venustiano Carranza, lograron terminar la obra iniciada por Madero y sentaron las bases para que, un cuarto de siglo después, Lázaro Cárdenas llevara al clímax este proceso de liberación, nacionalizando la industria petrolera.

En los 50 años que siguieron a esa fecha gloriosa, sin embargo, algo no resultó como debiera. Aunque la retórica oficial siguió siendo la misma, nunca se reflejó en hechos. Ni hubo un presupuesto importante destinado a mejorar la situación de la mayoría de los mexicanos, ni se construyó infraestructura excepcional. No ocurrió nada. Al cerrar el siglo XX, México no había crecido más que el resto del mundo, no habíamos mejorado nuestros indicadores sociales más que el promedio de América Latina, y no teníamos un país de ciudadanos.

Estamos frente a uno de los mayores engaños de la historia, sin duda. La Revolución Mexicana, así como la describía la mitología oficial, jamás ocurrió. LEER

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Fernando Malkúm: el creador del fraude de las 7 profecías mayas.

Según su currículum Fernando Malkúm nació en Barranquilla, Colombia, hijo de padres libaneses, estudió Arquitectura en la Universidad de los Andes, en Bogotá, además de ser discípulo de la Universidad del Amor de Gerardo Schmedling. Pero según se lee, su fuerte es la producción de documentales para la divulgación pseudo-científica y conferencias magistrales con este mismo y loable propósito. En una crisis existencial vinó a México, a Chichen Itzá, a cubrir el evento de una convención de chamanes y de ahi sacó la información para sus profecías, pero me estoy adelantando, mejor sigamos con la historia. Entre 1979 y 1987, produjo varios programas de televisión para el Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá y algunas estaciones de televisión, y dirigió varios comerciales para agencias de publicidad. Entre 1988 y 1993, produjo algunos documentales de 25 y 50 minutos de duración. Pero en 1999 aparece el documental que lo lanza a la fama: Los dueños del tiempo. Las Siete Profecías Mayas . N

El día que derribemos los puentes

Transitar hacia una ciudad con movilidad sustentable implica un proceso de reflexión que re-analice casi todos los conceptos que damos por sentados. Que procuremos entender de donde provienen y como es que llegamos a creer eso. La aparición del automóvil en las ciudades no solo transformó físicamente todo el espacio público sino que además cambió lo que creemos que es justo y lo que no. El auto impuso sus normas y hoy pareciera que al crear normas para promover otros transportes tendríamos que tomar las suyas como si estas fueran universales. Y no lo son. Al usuario de una bicicleta, por ejemplo, no se le tiene porqué imponer ninguna obligación que responda a cuidarse de la peligrosidad que en la calle provocan los carros. Hay una tendencia retrógrada a creer que el ciclista debe hacer cosas como: circular con chaleco reflejante para que lo vean los autos; detenerse en semáforos en rojo diseñados para la capacidad de arranque de un automóvil; disfrazarse de robo-cop para e