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Una política de civilización

El desarrollo, en su concepción actual, ignora lo que no es calculable ni mesurable, es decir, la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, y su única medida de satisfacción radica en el crecimiento de la producción, de la productividad, de la renta monetaria. Concebido únicamente en términos cuantitativos, ignora las cualidades de la existencia, las cualidades de la solidaridad, la cualidades del medio, la calidad de vida, las riquezas humanas no calculables, ignora la donación, el honor, la conciencia.
Edgar Morín



Una política de civilización
Una nueva resistencia ha nacido desde la toma de conciencia ecológica, la extensión del desempleo y la desertificación de las ciudades: microtejidos de la sociedad civil tratan de reaccionar por ellos mismos y abren perspectivas de una economía evidentemente herética a los ojos de los economistas, la economía de la calidad de vida y de la convivencialidad.

Pero estas iniciativas son locales y dispersas. No hay que sistematizarlas pero sí sistemizarlas, es decir religarlas, coordinarlas para que constituyan un todo. Hay que hacerlas emerger a la política de civilización. Mientras que solidaridad, convivencialidad y ecología son pensadas separadamente, la política de la civilización las concibe en conjunto y propone una acción de conjunto. Solidarizar, responsabilizar y moralizar son interdependientes.

Hay en cada una y en todas un potencial de solidaridad que se revela en circunstancias excepcionales y hay una minoría una pulsión altruista permanente. No se trata entonces de promulgar la solidaridad pero sí de liberar la fuerza de las buenas voluntades y de favorecer las acciones solidarias.




Estamos en un Titanic.
Edgar Morín.

Viviremos otros mayos del 68.
Entrevista con Edgar Morín.

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