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El Consumismo ¿Realmente nos Conviene Fomentarlo?

Por Carlos Palmeros.
Razón y palabra.


Cada vez me llama más la atención cómo, a través de diversos medios de comunicación (televisión, radio, anuncios espectaculares, revistas, etc.), la publicidad invade nuestras vidas hasta hacerse parte de la vida de unos, o hasta hartar y hasta poner de mal humor a otros. Inclusive, llamó mucho mi atención una noticia que ví en televisión hace poco, en donde se hablaba de una nueva forma de publicidad (la cual se montaba en una especie de bardas, las cuales se instalan en las afueras de diversos tipos de propiedades o bienes inmuebles), que se estaba haciendo cada vez más presente por diversos rumbos de la Ciudad de México como, por ejemplo: diversos puntos céntricos de la ciudad, Santa Fé, Insurgentes, etc., siendo quizás el caso más crítico el de Polanco, donde, en diversos lugares de esta colonia, se ha llegado hasta el punto de instalar este tipo de publicidad incluso en las puertas de las cocheras de algunas casas o en otro tipo de inmuebles donde vive gente, y que obviamente nunca fue consultada para que dieran su consentimiento para la instalación de este tipo de publicidad. En la misma noticia se comentó que la única forma en que este tipo de publicidad se podía considerar como algo “legal” era cuando dichas “bardas publicitarias” eran colocadas en la periferia de terrenos donde se estuvieran llevando a cabo construcciones de edificios; esto evidentemente no era el caso para la mayor parte de esta nueva modalidad de publicidad, por lo que, más que tratarse de una noticia sobre algo curioso que sucedió en la ciudad, se trataba más que nada de una noticia de denuncia por un abuso en el uso de la publicidad en sus diversas modalidades.

Quienes trabajan en esta industria podrán apoyar su actividad diciendo que a través de la publicidad se le brinda información útil al consumidor sobre los productos que potencialmente puede llegar a comprar o a necesitar en el futuro. Sin embargo, a muchos nos queda claro que, en la mayor parte de la publicidad con la que estamos en contacto todos los días, no se nos transmite dicha información, o por lo menos no nos queda claro en qué consiste dicha “información útil”. Los anuncios que vemos en televisión o en otros medios no nos dejan claro qué información exponen que sea de verdadera utilidad para nosotros; por lo general refuerzan en mayor medida mensajes que tienen que ver con cuestiones de estatus social, prestigio, satisfacción del ego personal, etc., pero nos dicen muy poco (o incluso nada) de la verdadera necesidad que pudiéramos tener de dicho producto, o del servicio anunciado.

¿Cuál es el verdadero problema de esto?...
Por un lado, mucha gente sabe que los gastos que las diversas corporaciones y empresas realizan por concepto de publicidad son realmente significativos, y dentro de estos gastos se incluyen, por ejemplo, la impresión y distribución de publicidad (folletos) que se envía a nuestros hogares, o que recibimos de repartidores en la calle o en centros comerciales. Sin embargo, es por todos sabido (porque, de hecho, muchos lo hemos vivido alguna vez) que casi siempre este tipo de publicidad, en cuanto la recibimos, se va directo al bote de la basura, ya que en realidad su contenido no nos interesa, y todo este proceso trae como consecuencia el desperdicio de muchos recursos que se podrían utilizar en forma más provechosa en otro tipo de actividades o tareas que ayuden más a la población, como en la inversión en centros de ayuda social o construcción de escuelas a todos los niveles, algo que por décadas ha sido sumamente necesario en México.

Por otro lado, el hecho de que la sociedad haya dejado que la publicidad ocupe un lugar importante en las vidas de muchas personas, ha provocado (sobre todo en México y otros países fuera de los Estados Unidos de Norteamérica) que el fenómeno del consumismo se haya acentuado en forma significativa en los últimos años. Cuando las personas se dejan llevar por lo que la publicidad (o por lo menos una muy buena parte de ésta) les dicta en cuanto a formas de actuar, vestir, comprar, etc., sin realmente reflexionar cuál es la verdadera necesidad que se tiene de cierto producto o servicio, es mucho más fácil que se caiga en el error de comprar por comprar. El verdadero problema de esto viene por el hecho de que mientras más consumismo se fomente en la sociedad (entiéndase con esto el hecho de comprar por comprar, mas no comprar porque realmente se necesita dicho producto o servicio), trae como consecuencia el generar un consumo muy fuerte de diversos recursos naturales de nuestro entorno. Quizás esta situación no hubiera sido tan problemática hace dos o tres siglos; sin embargo, lo que hace a esta tendencia del consumismo un problema serio es el hecho de que actualmente la población mundial está por encima de los seis mil millones (6,000,000,000) de personas, además de que en algunas zonas del mundo hay densidades de población muy altas (de las cuales, la misma Ciudad de México es un excelente ejemplo, concentrando prácticamente un quinto de la población del país). Esto trae como consecuencia desequilibrios ecológicos importantes, y en ocasiones, daños irreversibles a la naturaleza.

¿Existe alguna solución para este problema?...
Existen muchos estudios que diversas organizaciones han realizado para determinar el estado actual del mundo en cuanto a sus recursos naturales y su disponibilidad. Casi todos estos estudios confirman el hecho de que si el hombre continua haciendo uso de los diversos recursos naturales con los que cuenta en el planeta al ritmo al que lo ha hecho en los últimos años, entonces para finales de este siglo habremos agotado las reservas existentes de diversos recursos, entre ellos el petróleo, del cual depende la economía mundial.

¿Qué guía nos da la filosofía sobre lo que tenemos que hacer en el futuro?... En este sentido creo que debemos re-pensar, re-definir y re-diseñar nuestro actuar en el mundo como especie humana. Hemos estado acostumbrados a dar por sentado que podemos hacer uso de los recursos naturales sin límite, y sin mayor compromiso con el planeta, e inclusive, con las generaciones futuras de la propia especie humana. Sin embargo, es un hecho que en general no nos hemos puesto a pensar en el futuro. En las universidades o en la misma sociedad nos enseñan y nos dan diversas herramientas que nos ayudan a sobrevivir en el presente con miras al futuro, aunque, por lo general, a un futuro a corto plazo; muy pocas personas nos ha enseñado o puesto el énfasis suficiente en que el futuro a largo plazo para la especie humana es de vital importancia, quizás todavía mucho más importante que el asegurar la supervivencia de la presente generación, ya que atrás de nosotros vienen también nuestros hijos y nuestros nietos (además de los hijos de ellos…). En este sentido, Hans Jonas hace una propuesta bastante interesante en cuanto al nuevo enfoque que debe adoptar la ética de la especie humana. Él aporta la idea de que ahora la ética debe girar en torno al sentido de responsabilidad que debe tener el hombre, no tanto con él mismo o su generación, sino también y al mismo tiempo con las generaciones venideras. Esto adquiere mayor importancia debido a los avances tecnológicos que el mismo hombre ha logrado, sobre todo en las últimas décadas, donde las consecuencias de dichos avances, para bien o para mal, alcanzan horizontes de tiempo cada vez más integrados en el futuro a largo plazo. Ejemplos de esto se pueden ver en los avances logrados en medicina, biología, electrónica y otras áreas del conocimiento en donde muchas veces las consecuencias últimas de dichos avances no están claras del todo para el hombre mismo.

Jonas hace hincapié en que las teorías éticas habidas hasta ahora (utilitarismo, ética de Kant, entre otras) no son completamente aplicables bajo este nuevo escenario, ya que sus supuestos ya no son vigentes hoy en día, principalmente el hecho de que la naturaleza o condición del hombre ya no puede considerarse como algo que no cambia con el tiempo (principalmente por los avances tecnológicos logrados hasta ahora).

Sin embargo, creo que lo importante aquí es el hecho de que, aunque desde el punto de vista ético debemos de pensar en términos de la responsabilidad que tenemos tanto para con la presente generación como para con las generaciones futuras, también no podemos escaparnos, ni ahora ni en el futuro a largo plazo, de tener que tomar decisiones, buscando el beneficio genuino de todos, y actuando por deber. Lo que pienso que se debe hacer es el incorporar el futuro a largo plazo como una variable más a considerar en nuestro actuar ético, y esto es algo que se debe fomentar en la educación que se imparte a las personas, tanto familiar como en las escuelas a todos los niveles.

Lo que implica todo esto es que, ahora más que nunca, cada uno de nosotros es responsable de la conservación de los diversos ecosistemas del planeta y de sus recursos naturales. Lo que trae como consecuencia de que, con relación al fenómeno del consumismo, debemos de reflexionar a conciencia como consumidores acerca de cuáles son las verdaderas necesidades que necesitamos cubrir a lo largo de nuestras vidas… ya no se trata tanto de satisfacer egos personales, ir de acuerdo con modas temporales, o tener lo último en electrónica. Lo importante ahora es realizar nuestro consumo en términos del desarrollo sostenible, pero la finalidad de esto es no hacer que nuestro propio desarrollo sea sostenible, sino además de cuidar que el desarrollo también sea sostenible para las generaciones futuras, y no continuar acabándonos el planeta a bocanadas, ya que, a final de cuentas, lo que podría estar en juego es la propia especie humana.

En definitiva, pienso que al llevar a cabo esto en forma masiva, significaría darle el “tiro de gracia” al consumismo como lo conocemos en nuestros días. Lo que también implicaría esto es que la finalidad real de la publicidad también daría un giro, sobre todo en el sentido de realmente aportar a la sociedad información útil de los productos y servicios al consumidor, y ya dejar de fomentar el mensaje de “compra tal producto o servicio porque así mejorará tu estatus social, tu ego personal o estarás a la moda”, porque la sociedad estará mucho más consciente (y quizás hasta temerosa) de que hay que cuidar al planeta del cual dependen.

Referencias:

Jonas, H. (1995). El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Herder.

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