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El virus de la confusión

Por Juan Villoro
Para el periodico.com


"Tengo miedo", me dijo un amigo que regresó a la capital mexicana después de unos días de ausencia: "Pensé que la situación estaba controlada pero nadie sabe nada". Teóricamente se necesitan 10 días para que se rompa la cadena de transmisión del virus de la influenza porcina. Este compás de espera está afectado por la incertidumbre. "Necesitamos más información". La frase es dicha por epidemiólogos, periodistas y ciudadanos comunes.

Ante la falta de certezas, los rumores ganan terreno. El martes 28 de abril, los supermercados fueron abarrotados por gente que compraba latas de atún, arroz y otros productos que se suelen reunir para los damnificados de los ciclones. Corría el rumor de que la cadena Wal-Mart iba a cerrar sus puertas.

Desde el pasado fin de semana, el Gobierno federal cerró los lugares donde puede haber aglomeraciones. El martes, el Gobierno local extendió la medida a los restaurantes. Esto hizo que más gente fuera a los supermercados.
El país es gobernado por el conservador Partido de Acción Nacional, y la capital, por el izquierdista Partido de la Revolución Democrática. Después de una insólita unidad ante la crisis, aparecen las discrepancias.

Críticas de comerciantes
Los comerciantes criticaron el cierre de restaurantes y el secretario del Trabajo juzgó innecesaria la medida. Mientras el Gobierno de la ciudad es acusado de actuar con excesivo celo, el Gobierno federal lucha contra la importancia estadística de la epidemia. En su conferencia de prensa del martes por la noche, el secretario de Salud informó que de las 159 muertes asociadas con la influenza porcina, muy pocas han sido causadas por el virus. La autopsia de los expedientes aún está en trámite, pero por el momento solo hay siete casos probados.

Si las muertes ocasionadas por un virus inédito son siete, ¿por qué se han tomado tantas medidas? ¿Y las otras muertes? El secretario de Salud dijo que un fallecido pesaba 228 kilos, sugiriendo que no se muere de influenza, sino de "complicaciones".

¿El Gobierno federal rebaja el drama y el Gobierno de la ciudad lo exagera? Las dudas y las contradicciones se contagian. El virus de la confusión causa más angustia que la enfermedad.

Comentarios

  1. Estoy completamente de acuerdo en que este debería llamarse el "virus de la desinformación", si de alguien debemos temer, no es de los cerdos, sino de los políticos que no saben manejar adecuadamente una situación así (como quiera, estoy soprendido por que hayan hecho algo distinto a quedarse sentados). Checa mi blog donde también toque ese punto de vista:
    http://tehuarq.blogspot.com/2009/05/encierro-capitalino-o-prologo-al-siglo.html
    feliciades por tu comentario.

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