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El centro es de todos




En el centro histórico de Guadalajara se pueden medir todos los días índices de ruido superiores a los 55 decibeles que marca como máximo recomendable en espacios abiertos la Organización Mundial de la Salud. Por la avenida 16 de Septiembre, a la altura de los templos de Aranzazú y San Francisco, pueden pasar cerca de 300 autobuses por hora, producto de un histórico desgarriate en el trazo de las rutas de transporte público. Ocho de cada diez rutas de transporte colectivo en la ciudad pasan por el centro histórico a pesar de que nuestro país ha firmado tratados internacionales en los que se compromete a retirar rutas que pasen por calles secundarias en centros históricos patrimoniales.

Después de las 10:00 p.m. el centro queda abandonado en amplias zonas incrementando inseguridad y vandalismo. Aunque Vialidad proyecta algunas rutas nocturnas de transporte colectivo lo hace sin consulta previa a los vecinos ni estrategia alguna de socialización. Al menos a los vecinos del Santuario no parece gustarles el hecho de que los camiones pasen enfrente de sus casas, ahora a deshoras.

La falta de alternativas de movilidad y de regulación del tráfico de automóviles saturan las calles de nuestro centro de un tránsito mayoritariamente de paso. Los espacios para estacionar autos están rebasados por una demanda fuera de control. Las calles aledañas a Obregón están cubiertas de franeleros que guardan el estacionamiento para autobuses que todos los días vienen a abastecerse de mercancías en una zona que se consolida como uno de los centros de distribución de fayuca y piratería más grandes del país y que sostiene a cerca de 70 mil personas.

Aunque gran parte de las banquetas fueron mejoradas ya se ven desperfectos por falta de mantenimiento y algunas rampas recién remodeladas lucen invadidas por puestos de periódico sin regulación alguna. En Esteban Alatorre una lamentable ampliación de la banqueta dejó postes de electricidad y telefonía al centro del área de circulación peatonal neutralizando la que pudo ser una mejora. Los locatarios zapateros promueven peatonalizar toda la calle, pero el flujo de rutas de transporte público y la falta de capacidad de las autoridades para maniobrar con el pulpo camionero lo impide.

El Parque Morelos sufre el abandono de los lotes que fueron comprados por el municipio para las fracasadas Villas Panamericanas y las alternativas que generó la administración actual sin gestión social de por medio fueron canceladas al ser rechazadas por los vecinos y ante la posibilidad de crear un proceso de gentrificación en la zona.

El intento de ordenamiento de comerciantes ambulantes asignándoles un local en elhttp://www.blogger.com/img/blank.gif sótano de la plaza Guadalajara fracasó ante la ausencia de clientela. Esta plaza ahora funciona más como bodega de vendedores que han vuelto a las calles. Del ambulantaje en el centro se mantienen otras 25 mil personas a las que habría que sumar a franeleros y limpiaparabrisas, actividades que se han ido multiplicando ante la falta de oportunidades y como resultado de erráticas políticas de abatimiento de la pobreza.

Soluciones no se vislumbran a corto plazo, pero si no entendemos la problemática de nuestro centro como un asunto integral que nos concierne a todos, en unos años nos estaremos arrepintiendo ante la posible detonación de la bomba de tiempo que nuestro centro es.




Original en Milenio Jalisco.

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