
La proliferación de autos en las ciudades del mundo, producto de una idea equivocada de progreso, de un profundo egoísmo materialista y de una fuente de recursos energéticos que se percibía ilimitada, ha generado múltiples problemas en prácticamente todos los núcleos urbanos.
La necesidad creada de infraestructura para el auto supera las capacidades presupuestales de los gobiernos más ricos, el previsible agotamiento de recursos energéticos pone en riesgo a todo el sistema económico incluyendo peligrosamente a la producción alimenticia, las emisiones contaminantes del sector transporte ocupan el primer lugar en contaminación atmosférica y de estas, al menos en nuestra ciudad, cerca de 85 por ciento proviene de autos.
El tráfico automotor se fue apropiando del espacio público hasta llegar al entendido actual de que las calles son para uso exclusivo del auto. Nunca antes fue así. Calles siempre ha habido, autos no. Las vías rápidas y avenidas concebidas bajo esta idea han disgregado comunidades, reducido la vida pública y segregado a las personas al interior de sus viviendas provocando aislamiento, sedentarismo y la consecuente obesidad.
Los accidentes viales son la primera causa de muerte en menores de 30 años y la tercera a nivel global. Los autos, como los cigarros, deberían venderse con etiquetas que anuncien la nocividad que producen, pero en cambio, se les libera del pago de tenencia y se facilita su adquisición con créditos subsidiados. Los gobiernos actuales incluso usan las compras de vehículos nuevos como indicador económico: a más autos vendidos, mejor.
En Guadalajara circulan casi dos millones de vehículos a diario y de continuar la tasa de crecimiento del parque vehicular actual en 10 años será el doble. Si nos atenemos a oferta por demanda esto significaría una urgencia por multiplicar todas las calles y espacios de estacionamiento disponibles en la ciudad, algo imposible de costear y que, aún si lo fuera, acabaría por destruir la ciudad y su vida urbana por completo. Sin mencionar las afecciones ambientales que provocaría. Hoy, los autos circulan entre un embotellamiento y otro a solo 17 kilómetros por hora en promedio. Experiencias favorables en otras ciudades, el sentido común y las múltiples recomendaciones de especialistas y teóricos en diversos campos del conocimiento fortalecen la idea de un cambio de paradigma en la concepción de la ciudad del futuro: desincentivar el uso del automóvil.
Pero desincentivar el uso del auto, no es solo una frase para ser usada por políticos en campaña o una recomendación que debemos hacer a nuestros vecinos. En realidad atraviesa la concepción de una amplia gama de políticas públicas en la metrópoli. Implica fomentar la cercanía de destinos para acortar distancias de viajes, renunciar tajantemente a la edificación de más infraestructura pro-autos, mejorar sustancialmente el sistema de transporte público de manera que brinde un servicio cuya eficiencia y confort compita en términos reales con el auto, consolidar una red ciclista que favorezca el uso seguro de bicicletas en trayectos cortos y medios, otorgar accesibilidad total a niños, ahttp://www.blogger.com/img/blank.gifncianos y discapacitados en banquetas y corredores peatonales, establecer restricciones a la velocidad automotriz, disminuir la disponibilidad de cajones de estacionamiento y por polémico que resulte, encarecer el uso de vehículos automotores a través de impuestos a la circulación, a la propiedad o al combustible.
Guadalajara será sede del X Congreso Internacional Hacia Ciudades Libres de Autos (www.carfree.mx). Del 5 al 9 de septiembre próximo especialistas, académicos, activistas y funcionarios de 5 continentes se darán cita para intercambiar puntos de vista, investigaciones recientes y experiencias en el mundo para buscar soluciones a esta problemática global: transformar nuestras urbes para autos en ciudades para la gente.
Ojalá nuestra ciudad sepa aprovechar la oportunidad.
Original en Milenio Jalisco.
La necesidad creada de infraestructura para el auto supera las capacidades presupuestales de los gobiernos más ricos, el previsible agotamiento de recursos energéticos pone en riesgo a todo el sistema económico incluyendo peligrosamente a la producción alimenticia, las emisiones contaminantes del sector transporte ocupan el primer lugar en contaminación atmosférica y de estas, al menos en nuestra ciudad, cerca de 85 por ciento proviene de autos.
El tráfico automotor se fue apropiando del espacio público hasta llegar al entendido actual de que las calles son para uso exclusivo del auto. Nunca antes fue así. Calles siempre ha habido, autos no. Las vías rápidas y avenidas concebidas bajo esta idea han disgregado comunidades, reducido la vida pública y segregado a las personas al interior de sus viviendas provocando aislamiento, sedentarismo y la consecuente obesidad.
Los accidentes viales son la primera causa de muerte en menores de 30 años y la tercera a nivel global. Los autos, como los cigarros, deberían venderse con etiquetas que anuncien la nocividad que producen, pero en cambio, se les libera del pago de tenencia y se facilita su adquisición con créditos subsidiados. Los gobiernos actuales incluso usan las compras de vehículos nuevos como indicador económico: a más autos vendidos, mejor.
En Guadalajara circulan casi dos millones de vehículos a diario y de continuar la tasa de crecimiento del parque vehicular actual en 10 años será el doble. Si nos atenemos a oferta por demanda esto significaría una urgencia por multiplicar todas las calles y espacios de estacionamiento disponibles en la ciudad, algo imposible de costear y que, aún si lo fuera, acabaría por destruir la ciudad y su vida urbana por completo. Sin mencionar las afecciones ambientales que provocaría. Hoy, los autos circulan entre un embotellamiento y otro a solo 17 kilómetros por hora en promedio. Experiencias favorables en otras ciudades, el sentido común y las múltiples recomendaciones de especialistas y teóricos en diversos campos del conocimiento fortalecen la idea de un cambio de paradigma en la concepción de la ciudad del futuro: desincentivar el uso del automóvil.
Pero desincentivar el uso del auto, no es solo una frase para ser usada por políticos en campaña o una recomendación que debemos hacer a nuestros vecinos. En realidad atraviesa la concepción de una amplia gama de políticas públicas en la metrópoli. Implica fomentar la cercanía de destinos para acortar distancias de viajes, renunciar tajantemente a la edificación de más infraestructura pro-autos, mejorar sustancialmente el sistema de transporte público de manera que brinde un servicio cuya eficiencia y confort compita en términos reales con el auto, consolidar una red ciclista que favorezca el uso seguro de bicicletas en trayectos cortos y medios, otorgar accesibilidad total a niños, ahttp://www.blogger.com/img/blank.gifncianos y discapacitados en banquetas y corredores peatonales, establecer restricciones a la velocidad automotriz, disminuir la disponibilidad de cajones de estacionamiento y por polémico que resulte, encarecer el uso de vehículos automotores a través de impuestos a la circulación, a la propiedad o al combustible.
Guadalajara será sede del X Congreso Internacional Hacia Ciudades Libres de Autos (www.carfree.mx). Del 5 al 9 de septiembre próximo especialistas, académicos, activistas y funcionarios de 5 continentes se darán cita para intercambiar puntos de vista, investigaciones recientes y experiencias en el mundo para buscar soluciones a esta problemática global: transformar nuestras urbes para autos en ciudades para la gente.
Ojalá nuestra ciudad sepa aprovechar la oportunidad.
Original en Milenio Jalisco.
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