
La reducción de la dependencia en el uso del automóvil en las ciudades cobra cada día más importancia en la toma de decisiones de las alcaldías del mundo. El gradual derribo de autopistas urbanas y la reducción del espacio para el tránsito y estacionamiento de vehículos automotores es cada vez más común en las ciudades mas avanzadas.
La consolidación de espacios públicos orientados a la convivencia urbana, a la infraestructura para sistemas de transporte público o de vías seguras para desplazamiento de peatones y bicicletas, parece ser el objetivo de gobiernos de ciudades como Seúl, San Francisco, Portland, Paris, Londres o Nueva York entre muchas otras. ¿Por qué entonces las alcaldías metropolitanas de Guadalajara no parecen caminar en ese sentido?
Las deficiencias en el servicio de transporte público convencional tapatío son infinitas como para enumerarlas y no parece que ninguna ley aplique para que los transportistas al menos reduzcan la brecha de años luz que los separa de un sistema de calidad; los proyectos de líneas troncales de transporte masivo se enredan fácilmente en líos políticos, nunca se concretan y si de casualidad lo hacen son susceptibles a cancelación aún con el presupuesto en la mano; nuestras banquetas pueden tener un agujero enorme por meses sin que nadie haga nada y si están en buen estado seguro estarán invadidas por autos estacionados, normalmente sin autoridad alguna que se atreva a levantarlos; una vía ciclista de bajo presupuesto puede pasar meses y meses de gestión para concretarse en realidad y aun así, desaparecer después, de la noche la mañana.
En cambio los proyectos pro-automóvil ponen a todos de acuerdo a velocidades insólitas. Uno vende los carros, otro tiene las concesiones de gasolineras, otro tiene grandes constructoras y todos aportan a la campaña política de fulano o sultano y tan-tan: todos de acuerdo. Incluso si esto implica contraer deuda pública sin ton, ni son. El sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos.
Ante el surgimiento de los últimos años de una sociedad organizada y crítica en temas de movilidad, el status quo procura abrir válvulas de escape que al menos disimule la ausencia de visión de futuro en el tema: una ciclovía chiquita que vaya de ningún lado a ninguna parte, un par de rampas para discapacitados aunque en la otra esquina ya no haya, un estudio de transporte muy bien pagado aquí, otro acá, otro allá y ninguno real. Muchas declaraciones, pocas nueces. Muchos autos, pocas posibilidades de que deje de ser así.
Aunque la decisión del Ayuntamiento de Guadalajara de abrir la glorieta Minerva al tránsito peatonal los fines de semana va, sin duda, en el sentido correcto, da la impresión de que, incluso si la hubieran dejado peatonal durante toda la semana como proponía la Secretaría de Vialidad, no es más que una minúscula muestra de algo que deberíamos estar haciendo por todas partes: quitándole espacio al automóvil y construyendo alternativas viables que le garanticen futuro a la ciudad. Pero para eso necesitaremos gobernantes valientes y comprometidos, un cuerpo técnico de urbanistas y expertos de alto nivel ético y una ciudadanía firme e indispuesta a dar un paso atrás. La ciudadanía ya la tenemos, consigamos lo demás.
Parroquial: El próximo lunes en el auditorio Pedro Arrupe del ITESO a las 6:30 p.m. arranca en nuestra ciudad el X Congreso Internacional Hacia Ciudades Libres de Autos con la conferencia de Eric Britton: llevando a cabo un día sin autos. El acceso es gratuito.
La consolidación de espacios públicos orientados a la convivencia urbana, a la infraestructura para sistemas de transporte público o de vías seguras para desplazamiento de peatones y bicicletas, parece ser el objetivo de gobiernos de ciudades como Seúl, San Francisco, Portland, Paris, Londres o Nueva York entre muchas otras. ¿Por qué entonces las alcaldías metropolitanas de Guadalajara no parecen caminar en ese sentido?
Las deficiencias en el servicio de transporte público convencional tapatío son infinitas como para enumerarlas y no parece que ninguna ley aplique para que los transportistas al menos reduzcan la brecha de años luz que los separa de un sistema de calidad; los proyectos de líneas troncales de transporte masivo se enredan fácilmente en líos políticos, nunca se concretan y si de casualidad lo hacen son susceptibles a cancelación aún con el presupuesto en la mano; nuestras banquetas pueden tener un agujero enorme por meses sin que nadie haga nada y si están en buen estado seguro estarán invadidas por autos estacionados, normalmente sin autoridad alguna que se atreva a levantarlos; una vía ciclista de bajo presupuesto puede pasar meses y meses de gestión para concretarse en realidad y aun así, desaparecer después, de la noche la mañana.
En cambio los proyectos pro-automóvil ponen a todos de acuerdo a velocidades insólitas. Uno vende los carros, otro tiene las concesiones de gasolineras, otro tiene grandes constructoras y todos aportan a la campaña política de fulano o sultano y tan-tan: todos de acuerdo. Incluso si esto implica contraer deuda pública sin ton, ni son. El sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos.
Ante el surgimiento de los últimos años de una sociedad organizada y crítica en temas de movilidad, el status quo procura abrir válvulas de escape que al menos disimule la ausencia de visión de futuro en el tema: una ciclovía chiquita que vaya de ningún lado a ninguna parte, un par de rampas para discapacitados aunque en la otra esquina ya no haya, un estudio de transporte muy bien pagado aquí, otro acá, otro allá y ninguno real. Muchas declaraciones, pocas nueces. Muchos autos, pocas posibilidades de que deje de ser así.
Aunque la decisión del Ayuntamiento de Guadalajara de abrir la glorieta Minerva al tránsito peatonal los fines de semana va, sin duda, en el sentido correcto, da la impresión de que, incluso si la hubieran dejado peatonal durante toda la semana como proponía la Secretaría de Vialidad, no es más que una minúscula muestra de algo que deberíamos estar haciendo por todas partes: quitándole espacio al automóvil y construyendo alternativas viables que le garanticen futuro a la ciudad. Pero para eso necesitaremos gobernantes valientes y comprometidos, un cuerpo técnico de urbanistas y expertos de alto nivel ético y una ciudadanía firme e indispuesta a dar un paso atrás. La ciudadanía ya la tenemos, consigamos lo demás.
Parroquial: El próximo lunes en el auditorio Pedro Arrupe del ITESO a las 6:30 p.m. arranca en nuestra ciudad el X Congreso Internacional Hacia Ciudades Libres de Autos con la conferencia de Eric Britton: llevando a cabo un día sin autos. El acceso es gratuito.
Original en Milenio Jalisco
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