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Ni fu, ni fa




Los problemas de congestión vehicular que agobian a nuestra ciudad son pequeños frente a los problemas políticos que obstruyen cualquier solución posible de movilidad encaminada a hacer sustentable el futuro. Las ocurrencias, sin ton, ni son, de los diferentes bandos políticos y la falta de un plan general que tenga como prioridad el bienestar de la ciudad, antes que garantizarle condiciones de poder a unos o a otros, hacen que parezca imposible transitar ordenadamente a transformarnos en una ciudad con una movilidad funcional, organizada que garantice la sustentabilidad para todos.

Los últimos años Guadalajara ha padecido de las más surrealistas y absurdas situaciones en torno a los intentos para solucionar el problema de movilidad que le aqueja y no ha logrado ni fu ni fa. Hemos padecido un ejercicio absurdo de agilización vehicular en López Mateos que limitaba el tránsito perpendicular a la avenida de peatones, ciclistas y automóviles; propuestas ilusas de trenes magnéticos de ciencia ficción; líneas de BRT que, tras años de gestión, fueron canceladas con todo y presupuesto; proyectos de una línea de tranvía, por cierto propuesto para poco más de la mitad de la misma ruta en que se canceló el BRT y que otorgaría el mismo servicio pero más bonito y siete veces más caro; un plan completo de vías ciclistas y peatonales que a todos los gobiernos les ha importado, en términos reales, un carajo; un macrolibramiento que data de los tiempos del gobierno de Cárdenas Jiménez que parecía quedarse en el tintero para dar paso al absurdo segundo piso de 23 kilómetros que sería la vía exprés y que ahora es retomado ante la cancelación de esta, pero que no contempla, ni cómo evitar la especulación del suelo a su alrededor y la posible expansión sin control de la ciudad que podría generar, ni la posibilidad de liberar a la ciudad del paso del tren por avenida Inglaterra que, dicho sea de paso, sería la pérdida de una gran oportunidad; carriles exclusivos panamericanos que sin socialización de por medio fueron rechazados por la población como podrían ser rechazadas también las propuestas de carriles de alta ocupación que hoy planea vialidad si no son acompañadas de una intensa campaña de comunicación de social y si no forman parte de una visión integral de la ciudad que contemple todos los frentes y contenga los puntos de vista e intereses de todos los involucrados; un plan para mejorar las condiciones de accesibilidad del centro histórico y en paralelo la construcción de un mega estacionamiento en la Plaza Tapatía que provoca justo el efecto opuesto.

En las próximas campañas seguro escucharemos una interminable lista de ocurrencias que vendrán a ampliar la colección de sandeces y promesas que la ciudad ya posee. Algún candidato incluso podría ser lo suficientemente valiente para reconocer que la única salida es la implementación de políticas que desincentiven el uso del auto. Pero no nos dejemos engañar, la discusión clave no debe ser si tren, tranvía o BRT, no deben bastar las promesas de ciclovías por aquí y por allá. El punto central que deberemos evaluar en el discurso de campaña de los candidatos es la convicción de que la planeación de la ciudad debe hacerse de manera metropolitana, incluyendo todas las variables que implica y generando la participación ciudadana y de actores especializados que confluyan en un gran plan rector al que debieran ajustarse desde reglamentos municipales, hasta planes estatales de desarrollo. A los candidatos habrá que evaluarles la capacidad de gestión y negociación con los diferentes actores de la sociedad para entonces si poder todos aterrizar en un solo plan maestro de movilidad que sea inmune a especuladores urbanos, a organizaciones sindicales prehistóricas o a políticos ocurrentes.



Publicado originalmente en Milenio Jalisco.

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