
No nos confundamos. La construcción de una sociedad más democrática no depende del resultado de una elección sino del incremento en la participación de la gente en la toma de decisiones que determinan su futuro, en la toma de decisiones que inciden en su vida diaria y en el espacio que habita. Ese “empoderamiento” de la gente solo puede ocurrir en la medida que unos interactúen con otros tejiendo delicados lazos de confianza en el ejercicio de convivencia diario, en los cada vez menos, espacios públicos habitables. Hay al menos tres factores que obstaculizan este empoderamiento: un gobierno que ejerce el poder verticalmente y que por lo tanto tiende a suplantar los tejidos sociales naturales, un sistema económico que privilegia a quienes cuentan con más recursos y la ausencia de espacios físicos de interacción humana donde se puedan desarrollar esos lazos de confianza social que permitan fortalecer la identidad comunitaria.
La gradual popularización de las redes sociales virtuales en el mundo y su relación con el nacimiento de movimientos espontáneos reales en años recientes tendrían que ser suficiente para darnos cuenta del potencial que tiene el encuentro entre similares para transitar hacia una democracia real.
Tan solo en el ámbito meramente recreativo, la interacción comunitaria, mejora instantáneamente la calidad de la experiencia urbana y reduce casi en automático los índices de violencia e inseguridad pública de nuestras calles. En ámbitos más sociales, la interacción comunitaria puede encauzar demandas sociales de una manera inteligente y lúdica, es el caso por ejemplo del proyecto redes: una intervención artística comunitaria que tomando como excusa algo tan simple como el tejido paciente de hilos de rafia va construyendo poco a poco la interacción social entre similares en torno a un tema tan delicado como la contaminación del Río Santiago. La red social que se forma, el ejercicio de concientización del problema y la difusión que logra, convierten el ejercicio en un modelo de empoderamiento de la gente que podría estar construyendo los cimientos de una democracia real.
Las elecciones no producen democracia. Ni aquí ni en China. El sistema electoral solo sirve para elegir a quien gobierna formalmente. Nuestro voto, incluido el nulo, solo sirve para determinar si los próximos gobiernos que elijamos serán encabezados por personas que permitan fluir el empoderamiento real de comunidades cuyos tejidos sociales vayan recuperando la autodeterminación e incrementando la participación y la confianza de la gente. O no.
Publicado originalmente en Milenio Jalisco
La gradual popularización de las redes sociales virtuales en el mundo y su relación con el nacimiento de movimientos espontáneos reales en años recientes tendrían que ser suficiente para darnos cuenta del potencial que tiene el encuentro entre similares para transitar hacia una democracia real.
Tan solo en el ámbito meramente recreativo, la interacción comunitaria, mejora instantáneamente la calidad de la experiencia urbana y reduce casi en automático los índices de violencia e inseguridad pública de nuestras calles. En ámbitos más sociales, la interacción comunitaria puede encauzar demandas sociales de una manera inteligente y lúdica, es el caso por ejemplo del proyecto redes: una intervención artística comunitaria que tomando como excusa algo tan simple como el tejido paciente de hilos de rafia va construyendo poco a poco la interacción social entre similares en torno a un tema tan delicado como la contaminación del Río Santiago. La red social que se forma, el ejercicio de concientización del problema y la difusión que logra, convierten el ejercicio en un modelo de empoderamiento de la gente que podría estar construyendo los cimientos de una democracia real.
Las elecciones no producen democracia. Ni aquí ni en China. El sistema electoral solo sirve para elegir a quien gobierna formalmente. Nuestro voto, incluido el nulo, solo sirve para determinar si los próximos gobiernos que elijamos serán encabezados por personas que permitan fluir el empoderamiento real de comunidades cuyos tejidos sociales vayan recuperando la autodeterminación e incrementando la participación y la confianza de la gente. O no.
Publicado originalmente en Milenio Jalisco
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