Hagamos un ejercicio imaginario. Imaginemos que tiempo atrás alguno de nuestros brillantes políticos encontró la solución al problema de mantenimiento de las banquetas de la ciudad. Imaginemos que las concesionó a particulares para que cada banqueta sea óptima, sin agujeros, ni variables en el pavimento, ni problemas de accesibilidad. Los concesionarios cobrarían un derecho de paso con una tarifa mínima –de centavos– que garantizaría el buen estado de las banquetas y la infraestructura urbana con que cuentan. Al paso de los años, las concesiones seguro serían muy competidas y acabarían quedando en manos de grupos de poder afines a quien las reparte, cada banqueta requeriría de personal para realizar los cobros y el costo de la tarifa sufriría presiones por aumentos inflacionarios en el cemento y otros insumos. Seguramente pronto, tendríamos organizaciones enormes de concesionarios solicitando aumentos a las tarifas establecidas y sindicatos de trabajadores de l...