El indigno e impresionante despliegue de recursos en las campañas
federal y estatal del PRI deberían ser razón suficiente para la
indignación colectiva. Difícil de medir, seguro esa controversia
terminará solamente con una multa simbólica por haber excedido los topes
de campaña.
Pero ojalá fuera todo: la televisión privada jugó un descarado rol de
posicionamiento mediático a favor de los candidatos priistas; imposible
demostrar a cambio de que; obvio hasta para los menos entendidos.
Las llamadas telefónicas a domicilios particulares de supuestas
encuestas que tenían como objetivo difamar y desinformar a la ciudadanía
sobre los candidatos fueron sólo parte de una orquestada campaña de
guerra sucia de la que nadie se hace responsable, de la que todos fuimos
testigos y que en cualquier país democrático del mundo habría implicado
detener, posponer o anular la elección.
Prácticamente todas las encuestas presentadas en medios fueron
puestas en entredicho ante resultantes tan distantes de la realidad. El
22 de abril pasado, a poco más de dos meses de la elección, este diario
publicó una encuesta para la gubernatura que daba 44.4% de votos al
candidato a gobernador del PRI y solo 5.9% al candidato del movimiento
ciudadano. El PREP los puso a poco más de 4 puntos porcentuales. Más
allá de posibles fallas éticas o usos propagandísticos de las encuestas,
los lectores de este diario merecen; mínimo; una disculpa pública ante
el enorme error de un medio que se considere medianamente digno.
Desde el domingo pasado las redes sociales no han parado de informar
de casos de compra de voto, reparto de despensas y tarjetas prepagadas
para consumo en tiendas de autoservicio, casos que de confirmarse
deberían ser suficientes para anular la elección.
No es de extrañarse que el candidato del PRI al gobierno de Jalisco
haya salido peligrosamente a declararse ganador cuando apenas fluía una
ínfima parte del conteo preliminar, sino la validación del candidato del
PAN, pocos minutos después. Los panistas en un acto profundamente
incongruente con los principios doctrinales de su partido, hoy se
acobardan tanto a nivel nacional como estatal y asumen la derrota como
un llamado a refundarse. Ninguno sale a denunciar las profundas
irregularidades que vimos en esta elección.
La inmensa maquinaria de los poderes fácticos enquistada también en
las instituciones que validarán esta elección da pocas esperanzas de que
los resultados finales después de tribunales puedan ser diferentes, lo
más probable es que se impongan a través de una elección que si bien es
muy pronto para calificar de fraudulenta, si fue profundamente
anti-democrática.
La única esperanza cae sobre los hombros de los chicos del 132, en
las marchas la consigna constante es “si hay imposición, habrá
revolución” si bien no creo en el camino de una revolución violenta, si
pueden encabezar una resistencia civil pacífica que represente la
conciencia de una sociedad profundamente lastimada.
Originalmente publicado en Milenio.
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