Transitar hacia una movilidad sustentable implica concebir la mejora
del sistema de transporte público, no como un fin en sí mismo, sino como
un medio para transformar los hábitos de la comunidad y reducir la
cantidad de automóviles en las calles sustituyendo viajes en automóvil
por viajes eficientes.
Esto implica concebir una política integral de transporte que además
de crear alternativas eficientes al auto, reduzca, paulatinamente, los
privilegios de los que goza. Implica, entre otras cosas, reducir la
capacidad vial de las calles. Por extraño que parezca, es la única
manera que ha demostrado, en diferentes partes del mundo, reducir los
problemas de congestión vial.
El corredor diagonal por el que se plantea construir una nueva línea
de Tren Ligero tiene una longitud de 21 kilómetros que, si se hiciera
por superficie, como la mayor parte de la línea 1, tendría un costo
total aproximado de 4,400 millones de pesos, cuatro veces el costo del
Macrobús que se planteaba por la misma ruta hace años con más o menos la
misma capacidad.
Pero el tren no se está planteando para ir por superficie ya que
estorbaría al tráfico vehicular. El proyecto contempla 15.6 kilómetros
en viaductos elevados en los tramos de Av. Ávila Camacho, Laureles y
Revolución y un túnel de doble profundidad de poco más de tres
kilómetros en Av. Alcalde que deberá sortear el túnel de Av. Hidalgo y
el de la línea 2. El costo podría elevarse arriba de los 21,000 millones
de pesos, según estima el Fideur, es decir, casi 16,000 millones de
costo extra para no disminuir los carriles de tráfico vehicular en
nuestras avenidas. De construirse en estas condiciones, estaríamos
hablando de la inversión más grande en infraestructura para el auto de
la historia de la ciudad.
El BRT que se planteaba en el mismo eje, nos costaba el 5%, nos daba
el mismo servicio, reducía en automático la superficie de rodamiento,
planteaba peatonalizar la avenida Alcalde, se construiría con mucha
mayor velocidad y abría la posibilidad de invertir el dinero en otras
rutas que en realidad crearan una red que nos condujera a cualquier
parte de la ciudad mediante mecanismos de transbordo que permitieran
efectivamente reducir los viajes en auto.
Ahora que si la necedad de políticos que prometieron Tren Ligero en
las pasadas elecciones es superior al sentido común, aún así, los 21,000
millones de pesos que estiman gastarse en esa ruta tendrían que ser
suficientes para hacer la diagonal, la ruta de Isla Raza a Tlajomulco y
la ampliación de la línea 2 hasta el CUCBA, por Av. Inglaterra, con todo
y parque lineal, si pensaran en trenes de superficie que reduzcan
efectivamente el espacio que hoy ocupan los automóviles.
Además, como todos los proyectos en la ciudad, no hay ningún vestigio
de que el tren se integre a alguna visión integral de movilidad, no hay
ruta crítica, ni calendarización, ni proyectos complementarios, no hay
consultas públicas, ni socialización. ¿Qué pensarán los vecinos de la
ruta, que se opusieron a Macrobús, cuando les digan que cerrarán sus
calles por años? ¿Qué los transportistas de las decenas de rutas
tradicionales que tendrán que desaparecer?
El proyecto del tren, como se plantea, no es un proyecto orientado a
la movilidad sustentable, es un proyecto orientado a la popularidad del
gobernante.
Originalmente publicado en Milenio.
Las calles son de todos, no sólo las banquetas. Tener el ten en superficie le resta espacio y libertad de movimiento a las personas también. Así paso en la línea uno, se volvió una cerca que divide la ciudad en el tramo en superficie. Port contrario en el tramo bajo superficie, existe un agradable camellón, y no dividió la ciudad. Al principio se uso para el trolebús y después se implementó el tren. El transporte masivo para que en verdad sea eficaz y no le de en la torre al entorno debe estar donde pertenece toda la infraestructura urbana que pone a los ciudadanos primero, bajo tierra.
ResponderBorrarLas calles son de las personas, las calles ya son peatonales, las calles ya son cíclovías, las calles ya son parques lineales. Lo que podemos cambiar es la forma en que las compartimos.