Si en algo fallaron los gobiernos panistas a lo largo de estos 18 años fue en movilidad.
La era panista significó para la ciudad de Guadalajara una constante y
desproporcionada expansión de la infraestructura vehicular: túneles,
puentes y avenidas desparramaron indiscriminadamente la ciudad y
disgregaron comunidades, pero sobre todo ocasionaron el mayor incremento
histórico del parque vehicular que hoy provoca problemas de congestión
aparentemente imposibles de resolver.
Durante tres sexenios, la línea 1 de Macrobús es la única inversión
de transporte masivo que realizó el estado y se permitió
irresponsablemente el deterioro del transporte colectivo convencional.
En cambio, se edificaron casi todos los túneles en López Mateos, los
pasos a desnivel en Periférico, el puente del Álamo, el inútil y costoso
puente atirantado y decenas de obras más orientadas a la movilidad en
auto, hoy invariablemente saturadas y colocando a la ciudad al borde de
la catástrofe, tanto en competitividad por la baja velocidad promedio de
desplazamiento, como en calidad del aire.
Los gobiernos panistas, a pesar del discurso bipolar del último
sexenio, fueron omisos en activar efectivamente programas que
estimularan los viajes en transporte público o en medios no motorizados y
siguieron el camino simple de contratar, una tras otra, obras caras y
fáciles de terminar. Jamás intentaron crear un plan integral de
movilidad sustentable que condujera las decisiones a tomar, lo más
cercano fue el plan maestro de movilidad no motorizada que en realidad
surgió a partir de la exigencia ciudadana pero que se quedó encajonado y
sin mecenas.
Macrobús y el sueño de lograr implementar 8 líneas de transporte
masivo que cubrieran el déficit de transporte en la ciudad fue
desperdiciado, tanto por una pésima gestión que sus opositores supieron
capitalizar políticamente, como por una obvia desvinculación e incluso
rivalidad entre secretarios del gobierno hoy saliente.
El golpeteo entre Vialidad y Sedeur provocó durante el sexenio
anterior que las obras orientadas a movilidad sustentable sufrieran de
extrema fragilidad mientras las orientadas a la movilidad por auto
fluyeran cómodamente dando lugar a la enorme desproporción que hoy
padecemos.
Pero eso ya es pasado y debería servirnos solo como experiencia para el futuro.
Aunque el gobierno entrante no ha dado señal alguna sobre cuál será
el camino a seguir, ya aprendió el discurso de la movilidad sustentable y
cambió el nombre de las secretarías y algunas funciones poco
relevantes, pero habrá que estar atentos ya que las secretarías nuevas
de movilidad y de infraestructura podrían caer en los mismos vicios de
falta de coordinación y seguimiento de algún plan.
La ciudad ya no aguantará otros 6 años de obras ocurrentes sin ton ni son.
Originalmente publicado en Milenio.
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