Transformar el transporte público convencional en la ciudad, sin duda, no suena fácil. Es indispensable entender que el problema de fondo no es solo el transporte en sí, sino la movilidad en su conjunto. El pésimo servicio que otorgan los camiones en la actualidad ha sido un factor fundamental para el descontrolado incremento del número de automóviles en la ciudad generando un círculo vicioso de congestión vehicular que acaba reduciendo aún más la eficiencia del camión convirtiéndolo en el medio de transporte más lento de los disponibles. Bajo esta lógica es obvio que la aspiración personal de cualquier usuario será poseer y utilizar un automóvil, llevando a la ciudad en su conjunto al borde del colapso. La pregunta clave es ¿cómo detenemos e invertimos esta dinámica? El nuevo transporte público debe tener como prioridad ser suficientemente atractivo para que el usuario prefiera realizar sus trayectos en el, que conduciendo un automóvil. Punto. Un transp...