Hasta ahora parece que nadie ha medido las inmensas ventajas de
consolidar un sistema que propicie los viajes ciclistas en Guadalajara.
Elevar
el porcentaje de desplazamientos en bici en solo 4 o 5 puntos
porcentuales significan enormes cantidades de contaminantes menos en la
atmosfera, una reducción significativa en gastos de salud pública
disminuyendo padecimientos producto del sedentarismo, mayor eficiencia
en el flujo de calles y avenidas al reducir los problemas de congestión,
un menor gasto en movilidad de la población y el consecuente ahorro
energético, apropiamiento del espacio público por parte del ciudadano
con el consecuente fortalecimiento de sus rasgos de identidad y
pertenencia y, en suma, un incremento en las condiciones de bienestar de
la población en general.
Pero ¿cómo logramos incrementar los viajes en bici?
Guadalajara
tiene las condiciones ideales para convertirse en una ciudad ciclista:
una serie de organizaciones promotoras del tema, una topografía
envidiable y prácticamente plana que facilita la movilidad en bicicleta y
un clima perfectamente apto para cualquier actividad al aire libre la
mayor parte del año.
Hasta ahora las iniciativas de dotar de
espacios apropiados al ciclista se han limitado solamente a dar
respuesta a un grupo específico demandante de esa infraestructura. De
manera desarticulada algunas ciclovías han aparecido aquí y allá sin
mucha conexión y con pocas posibilidades de atraer a gran cantidad de
nuevos usuarios a desplazarse en bicicleta. El reto ahora es consolidar
una red que permita desplazarse de manera segura de cualquier lado a
cualquier parte.
El gobernador del estado se ha comprometido a
consolidar una red de al menos 200 kilómetros de ciclovías en la ciudad.
No es poca cosa. El cumplimiento de dicha promesa de campaña implica la
colaboración de muchos actores, incluidas universidades y municipios;
de la asignación presupuestal de recursos para ese fin y del
acompañamiento de programas orientados a la promoción del uso de la
bicicleta.
Guadalajara tiene la ventaja de contar con un Plan
Maestro de Movilidad No Motorizada ampliamente aceptado por
organizaciones de la sociedad civil y de contar con un relativo y lento
avance tanto en la edificación de algunas vías ciclistas, como en la
elaboración de proyectos específicos basados en el Plan. Ahora solo es
cosa de agrupar la información existente y encontrar fórmulas para tener
una apropiada coordinación entre municipios y estado que deriven en la
consolidación de una red funcional para la ciudad.
Lo demás vendrá
solo. El incremento del tráfico ciclista pronto podría garantizar que
sea una política pública constante y si bien durante este sexenio se
pueden lograr con relativa facilidad los 200 kilómetros prometidos, los
posteriores podrían hacer que el tema explote hasta consolidar a
Guadalajara como una de las ciudades líderes en ciclismo urbano.
Hay que creer, los beneficios son muchos y los demás caminos parecen espinosos.
Originalmente publicada en Milenio Diario.
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