En el inicio del siglo 21, La forma en que vive la humanidad resulta decepcionante. El constante afán de maximizar las ganancias inmediatas nos ha sumergido en un proceso de destrucción de los mismos elementos que nos dieron vida y que nos han mantenido como especie durante miles de años. Hemos cometido el error de pensar que nuestras avanzadas máquinas nos hacen todopoderosos e indestructibles, y que, por lo tanto, no necesitamos nada más. En realidad lo que sucede es que el abuso en el uso de esas máquinas está acabando con nuestra esencia. Atrapados en una dependencia psicológica, estamos envenenando nuestros cuerpos y mentes, y además arrastramos a la destrucción a seres inocentes que tienen todo el derecho de habitar este planeta.
Contra nuestra naturaleza social, estamos perdiendo la capacidad de convivencia. La vida urbana gira en torno al automóvil. Mientras circulamos en cápsulas, nuestros semejantes se convierten en un simple obstáculo, igual si van a pie, en coche o en bicicleta.
Para mantener vivo al monstruo, hemos estado dispuestos a cometer cualquier crimen, desde horadar y manchar a nuestra madre, la tierra, hasta sacrificar a nuestros hermanos y hermanos en guerras por el combustible. Mientras por un lado anunciamos nuestros avances sociales, por el otro condenamos a nuestros niños y ancianos a respirar gases venenosos. No tenemos pretexto ni justificación. Conocemos las situación, las causas y los efectos. No hay una persona en las ciudades que no conozca los efectos de la contaminación.
fragmento del manifiesto de la pagina Bicitekas
entradas anteriores en este blog:
ciudades para humanos.
video.
El transporte del futuro.
Ciclovías para Guadalajara.
Bicing Barcelona.
Londres tambien quiere bicicletas.
Para mantener vivo al monstruo, hemos estado dispuestos a cometer cualquier crimen, desde horadar y manchar a nuestra madre, la tierra, hasta sacrificar a nuestros hermanos y hermanos en guerras por el combustible. Mientras por un lado anunciamos nuestros avances sociales, por el otro condenamos a nuestros niños y ancianos a respirar gases venenosos. No tenemos pretexto ni justificación. Conocemos las situación, las causas y los efectos. No hay una persona en las ciudades que no conozca los efectos de la contaminación.
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