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Basta y sobra



Guadalajara vive un periodo de incertidumbre. Es difícil entender cómo la serie de movimientos ciudadanos que promueven una ciudad más incluyente y sustentable no han logrado, hasta hoy, incidir de manera directa en la toma de decisiones de los gobiernos locales. Es difícil entender cómo el acartonado sistema burocrático de las instancias de gobierno no ha logrado capitalizar la energía proveniente de la ciudadanía organizada y los resultados, al menos en materia de ciudad, sean tan escasos y en algunos casos prácticamente inexistentes.

Este año la ciudadanía dibujó, con nada más que entusiasmo y recursos propios, dos ciclovías ciudadanas, y esta por realizarse una tercera por parte de estudiantes del ITESO. El ejercicio tuvo un impacto mediático que alcanzó publicaciones y blogs de todas partes del mundo y ha sido replicado en lugares tan dispares como la Ciudad de México, Brasil, Canadá o Italia. Ha sido presentada en diferentes foros y una y otra vez han llegado reconocimientos y felicitaciones de todas partes del mundo. Por su parte, las municipalidades han sido incapaces de voltear a ver a sus ciudadanos y consolidar, con la fuerza que merecía, una red de vías ciclistas que favorezca e impulse los viajes en bicicleta que podría, con la promoción adecuada, reducir notablemente la congestión vehicular.

La misma ciudadanía impulsó desde el consejo ciudadano de movilidad no motorizada el proyecto de accesibilidad preferencial para el centro histórico. Pagado por el ayuntamiento tapatío y abanderado por el mismo alcalde, el proyecto, aunque terminado, no ha sido ni presentado públicamente, ni expuesto como logro de esta administración. Sería lamentable que Aristóteles no lo saque a la luz pública antes de renunciar a la alcaldía a mediados de diciembre. El proyecto de accesibilidad del centro histórico incluye mejoras peatonales, ciclistas y de accesibilidad al transporte público que, en un mundo ideal, deberían ser las pautas a seguir por la administración interina entrante el próximo año. El proyecto incluye también la distribución de estaciones de bicicleta pública, un sistema que, por sus cualidades, a muchos nos gustaría ver consolidarse. Lo difícil de entender es que, aunque son proyectos de bajo presupuesto y gran impacto que podrían cambiar por completo la cara de una zona de la ciudad con costos similares a los del nocivo estacionamiento que se construye en la Plaza Tapatía, aún así corren el riesgo de encajonarse.

Son los mismos ciudadanos de aquí los que vienen planteando desde hace meses desde la asamblea para la gobernanza una deseable democratización de la planeación de la ciudad y la elevación de la toma de decisiones al ámbito metropolitano. Aunque nacerá accidentado y con algunas lagunas, el Instituto Metropolitano de Planeación podría ser una realidad en fechas próximas o al menos ese es el compromiso de los alcaldes ante la asamblea promotora.

Este año, la ciudadanía tapatía ha organizado foros como Com:plot, Movilidad Inteligente o el Congreso Internacional Hacia Ciudades Libres de Autos, incrementando el conocimiento colectivo de la ciudad e intercambiando experiencias con otras ciudades. Un día la ciudadanía organizada planea tomar la Minerva y consolidarla como espacio peatonal, otro se organiza un tour gastronómico por algún barrio, otro cuatro mil ciclistas toman las calles de la ciudad y otro más se hace un reconocimiento de la ciudad a pie. Vamos, hasta las cúpulas empresariales se unieron a las voces que a principio de año exigían la cancelación de la Vía Exprés y cuyo logro debe ser considerada quizá el más grande éxito de los movimientos por una mejor ciudad.

La reputación tapatía de ciudadanía apática ha venido quedando atrás para ser sustituida por un ejercicio constante y entusiasta de participación. Por su ciudadanía a Guadalajara le basta y sobra, lo que falta es algún gobierno que sepa capitalizar en beneficio de la metrópoli esta energía. Un gobierno que aún no hemos visto y que al menos durante el año que entra nos tendremos que conformar con el volado que significan los interinatos que nos toquen. Sólo falta que los alcaldes interinos salgan con que traerán a algún extranjero a enseñarnos cómo.


Originalmente publicado en Milenio Jalisco.

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